
Camila, su dueña, publicó inicialmente un aviso en sus perfiles de redes sociales. Incluía una descripción del animal, el lugar donde fue visto por última vez y una fotografía clara. Sin embargo, durante las primeras 48 horas no obtuvo casi respuestas. Dos personas escribieron con datos que resultaron ser falsos y la publicación no generó mayor interacción.
Fue entonces que decidió modificar el anuncio. Añadió una frase que, hasta ese momento, no había querido escribir: "Lucas necesita medicamentos diarios, su vida está en riesgo". La respuesta fue casi inmediata. En solo tres horas, el mensaje había sido compartido más de 200 veces. Un vecino reconoció al perro en una zona cercana al aeropuerto de la ciudad y lo entregó. Estaba asustado y con mucha hambre.
La repetición de la urgencia como ruido
Lo que pasó con Lucas ha reabierto el debate sobre una práctica común: decir que una mascota está medicada, aunque no lo esté, con el objetivo de conseguir atención. Esta estrategia se ha vuelto habitual en publicaciones de animales perdidos. Frases como "necesita tratamiento" o "puede morir sin medicación" aparecen con frecuencia, incluso cuando no hay diagnóstico médico que lo justifique.El efecto, sin embargo, podría ser contrario al que se busca. La constante exposición a mensajes con tonos alarmistas ha generado que muchos lectores dejen de tomarlos en serio. La urgencia, cuando se repite indiscriminadamente, pierde impacto.
Hay casos reales en los que un perro sin su tratamiento puede sufrir consecuencias graves. Un animal con epilepsia severa o un gato diabético que necesita insulina con regularidad podrían estar en verdadero riesgo si no se actúa con rapidez. Pero cuando todos los casos suenan igual de extremos, se vuelve difícil diferenciar cuáles requieren acción inmediata.
En palabras de Camila, "sentí que era la única forma de que alguien prestara atención. No quería mentir, pero tampoco quería perderlo. Y funcionó. Lo recuperé justo a tiempo". La reflexión posterior llegó con la calma. Aunque Lucas no estaba bajo tratamiento estricto, sí tenía antecedentes de crisis por ansiedad y había pasado horas expuesto sin agua ni refugio.
Una necesidad real de mayor responsabilidad en redes
Lo sucedido pone sobre la mesa una necesidad pendiente: construir un enfoque más responsable al momento de compartir avisos de búsqueda. Las plataformas digitales son herramientas valiosas para reencontrar mascotas, pero también deben usarse con rigor. Fotos actualizadas, detalles concretos, lugares específicos y horarios aproximados ayudan más que frases generalizadas o sentimentalismos excesivos.Las publicaciones con afirmaciones falsas no solo disminuyen la eficacia de búsqueda colectiva, sino que también pueden generar desconfianza. En un entorno donde todo parece urgente, se pierde la capacidad de priorizar. Es una dinámica parecida a la del "cuento del lobo": cuanto más se repite la alarma sin justificación, menos gente reacciona cuando el problema es real.
Frente a esta situación, varios colectivos de rescate animal han empezado a trabajar en campañas que promuevan la veracidad en los avisos. Algunas organizaciones recomiendan incluir detalles médicos solo cuando existe un diagnóstico veterinario documentado. Otras sugieren adjuntar reportes o indicaciones del profesional que atiende al animal. La idea no es limitar, sino fortalecer la credibilidad del mensaje.
La empatía no debe anular la honestidad. Hay casos en los que un animal perdido necesita medicación urgente, y otros en los que simplemente está extraviado. Ambos merecen atención, pero deben ser comunicados con precisión. Al hacerlo, se construye una red más efectiva, con ciudadanos informados que puedan actuar rápido cuando la situación lo amerita.
Lucas fue encontrado gracias a una frase que alteró la percepción del caso. Su dueña lo admite con algo de culpa, pero también con alivio. Asegura que, de enfrentarse a una situación similar, intentaría reforzar el mensaje de otra forma. "Quizás ahora haría un video, o usaría más canales, pero sin decir algo que no fuera cierto. La experiencia me enseñó mucho".
La historia de Lucas no solo termina con un reencuentro, sino que deja abierta una conversación más amplia sobre cómo las redes sociales, la urgencia emocional y la responsabilidad colectiva se entrelazan cada vez más en la vida cotidiana.
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