Esta celebración se instauró gracias a la iniciativa de la maestra Freda Kim en 1998, bajo el auspicio de la Asociación Internacional de Ludotecas. Desde entonces, más de 40 países de todo el planeta participan en esta festividad.
El juego es reconocido como un derecho fundamental en el artículo 31 de la Convención sobre los Derechos del Niño de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Este artículo establece que todos los niños tienen derecho al descanso, esparcimiento, y actividades recreativas adecuadas a su edad, además de la libertad de participar en la vida cultural y las artes.
La creación del Día Internacional del Juego en 1998 por la Asociación Internacional de Ludotecas tuvo como objetivo subrayar que jugar es un derecho inalienable y una necesidad esencial para el desarrollo integral de los niños. Dos años después de la propuesta, en el año 2000, se celebró por primera vez esta efeméride, reafirmando que el juego no tiene límites ni fronteras, es gratuito y esencial para el crecimiento personal y social.
El juego es una fuente inagotable de placer, alegría, descubrimiento y reto. Permite un desarrollo equilibrado del cuerpo, la inteligencia, la afectividad y la sociabilidad. Además, fomenta la creatividad, la curiosidad y la apertura al cambio, cualidades fundamentales para formar personas críticas, libres y positivas.
En la actualidad, el Día Internacional del Juego es una jornada para reflexionar sobre el derecho de los niños a jugar y para promover actividades que involucren tanto a grandes como a chicos en esta celebración. A lo largo de los años, esta fecha ha cobrado relevancia en diversas instituciones educativas y culturales, que organizan múltiples eventos y dinámicas para conmemorar la importancia del juego.
El Día Internacional del Juego nos recuerda que jugar es esencial no solo en la niñez, sino en todas las etapas de la vida. Es un momento para que todos, sin importar la edad, se den permiso para jugar y disfrutar de los beneficios que esta actividad ofrece. En un mundo cada vez más acelerado que ha sido tomado por asalto por productos tecnológicos de alto consumo, detenernos a jugar nos permite reconectar con la alegría y la creatividad inherentes a nuestra naturaleza.
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