El Vaticano expulsa a Luis Figari, fundador del Sodalicio, tras una década de impunidad en escándalos por abusos y corrupción



El Vaticano expulsa a Luis Figari, fundador del Sodalicio, tras una década de impunidad en escándalos por abusos y corrupción
El Vaticano tomó una decisión histórica al expulsar a Luis Fernando Figari, el fundador del movimiento religioso Sodalitium Christianae Vitae, después de una década de escándalos que involucraron acusaciones de abuso sexual, psicológico y corrupción financiera. La medida, autorizada por el Papa Francisco, marca un punto de inflexión en el manejo de casos de abuso dentro de la Iglesia Católica.

Según informa The Associated Press, la decisión de expulsar a Figari fue tomada por el departamento para las órdenes religiosas del Vaticano, y publicada en el sitio web de la Conferencia Episcopal Peruana. Este decreto representa una respuesta contundente a las denuncias que, durante años gozaba de impunidad, y no habían sido abordadas de manera efectiva ni por la Iglesia local ni por la Santa Sede.

El escándalo en torno a Figari y el Sodalicio comenzó a tomar forma pública en 2011, cuando las víctimas de los abusos cometidos por el fundador del movimiento comenzaron a denunciar ante la archidiócesis de Lima. Sin embargo, las primeras acusaciones contra Figari datan del año 2000. Durante más de una década, la jerarquía católica fue criticada por su falta de acción, lo que permitió que el Sodalicio continuara operando con total impunidad.

En 2015, el escándalo tomó un nuevo giro cuando Pedro Salinas, una de las víctimas de Figari, junto con la periodista Paola Ugaz, publicaron un libro titulado "Mitad monjes, mitad soldados", que detallaba las prácticas abusivas dentro del Sodalicio. La obra reveló la manipulación psicológica, los abusos sexuales y las tácticas coercitivas empleadas por Figari para mantener el control sobre los miembros del grupo. Este libro fue un catalizador que llevó a la Iglesia a tomar medidas más serias contra el Sodalicio.

A pesar de la gravedad de las acusaciones, no fue hasta 2017 que el Sodalitium Christianae Vitae encargó una investigación externa. Este informe describió a Figari como un "narcisista, paranoico, degradante, vulgar, vengativo, manipulador, racista, sexista, elitista y obsesionado con cuestiones sexuales y la orientación sexual" de los miembros del Sodalicio. El informe también reveló que Figari no solo abusaba sexualmente de sus reclutas, sino que también los sometía a torturas psicológicas, como humillaciones públicas y la imposición de dolor físico.

A pesar de los hallazgos de esta investigación, el Vaticano se mostró reticente a actuar de manera decisiva en 2017. En lugar de expulsar a Figari, le ordenó vivir separado de la comunidad del Sodalicio en Roma, prohibiéndole el contacto con sus miembros. Esta decisión fue ampliamente criticada, y Salinas lo calificó como un "exilio dorado".

Sin embargo, la situación cambió en 2023 cuando el Papa Francisco, en respuesta a los informes de los expertos en abusos del Vaticano, el reverendo Jordi Bertomeu y el arzobispo Charles Scicluna, decidió finalmente expulsar a Figari del Sodalicio. Según recoge The Associated Press, esta medida fue bien recibida por las víctimas, quienes vieron en la expulsión de Figari un paso hacia la justicia y la reparación.

El Sodalitium Christianae Vitae, por su parte, emitió un comunicado en el que se distanció de Figari, afirmando que ya habían intentado expulsarlo en 2019. El actual superior del movimiento, José David Correa González, aseguró que Figari "no es un referente espiritual para nuestra comunidad" y destacó que el Sodalicio está en un proceso de renovación para continuar su misión evangelizadora sin la influencia del fundador.

Esta decisión plantea interrogantes sobre el futuro del Sodalicio, un movimiento que en su apogeo llegó a contar con unos 20.000 miembros en América del Sur y Estados Unidos. Dado que estos movimientos religiosos suelen estar profundamente ligados a la figura de su fundador, la expulsión de Figari podría poner en riesgo la continuidad del Sodalitium Christianae Vitae. Además, queda por ver si el Vaticano tomará medidas adicionales para abordar los problemas sistémicos dentro del movimiento y garantizar que no se repitan los abusos del pasado.

En un contexto más amplio, la expulsión de Figari también podría ser un indicio de un cambio en la manera en que la Iglesia Católica maneja los casos de abuso, especialmente en lo que respecta a los movimientos religiosos influyentes que han operado al margen de la supervisión estricta de la jerarquía eclesiástica. La medida tomada por el Papa Francisco podría servir como un precedente para futuras decisiones relacionadas con fundadores de movimientos religiosos que hayan incurrido en conductas similares.




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