Los inicios: Un profesor universitario en política
Alberto Fujimori nació el 28 de julio de 1938 en Lima, hijo de inmigrantes japoneses. Antes de su incursión en la política, Fujimori se desempeñaba como académico. Graduado en Matemáticas y Física, con estudios en Francia y Estados Unidos, era un profesor universitario que poco hacía pensar que se convertiría en presidente del Perú.Su entrada a la política fue sorpresiva. En 1990, Fujimori se postuló a la presidencia del Perú bajo la bandera del partido Cambio 90, un movimiento prácticamente desconocido. Con un estilo sencillo y directo, conectó con la población que veía en él una alternativa frente al político veterano Mario Vargas Llosa, quien representaba una élite distante. En la segunda vuelta de las elecciones, Fujimori ganó contra todo pronóstico.
El autogolpe de 1992: Consolidación del poder
Uno de los momentos clave en la vida de Fujimori fue el 5 de abril de 1992. En medio de una grave crisis de gobernabilidad y una lucha feroz contra el grupo terrorista Sendero Luminoso, Fujimori dio un golpe de Estado autoproclamado, cerrando el Congreso y suspendiendo la Constitución. Este "autogolpe" fue visto por muchos como un mal necesario para combatir el terrorismo y la corrupción que asolaba al país.Transformaron la economía peruana
La respuesta fue inmediata. Fujimori se consolidó en el poder y emprendió una serie de reformas que transformaron la economía peruana. Se privatizaron empresas estatales, se estabilizó la hiperinflación y se fomentó la inversión extranjera. Estos cambios revitalizaron la economía, pero también profundizaron la desigualdad y aumentaron el desempleo en ciertos sectores.La lucha contra el terrorismo: Victoria y sombras
Uno de los logros más destacados del gobierno de Fujimori fue la derrota de Sendero Luminoso y del Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA), dos grupos terroristas que habían sembrado el terror en el país durante más de una década. Bajo su mandato, el jefe de la organización terrorista, Abimael Guzmán, fue capturado en 1992, debilitando significativamente a Sendero Luminoso.Sin embargo, esta victoria vino acompañada de denuncias graves sobre violaciones a los derechos humanos. El gobierno de Fujimori fue responsable de una campaña de represión que incluyó asesinatos, desapariciones y torturas a manos del Grupo Colina, un escuadrón de la muerte que operaba bajo su administración. Los casos más notorios fueron las masacres de Barrios Altos y La Cantuta, en las que murieron decenas de civiles inocentes.
El tercer mandato y la fuga a Japón
Tras ser reelegido en 1995, Fujimori enfrentó un desgaste en su popularidad. A pesar de sus logros económicos y la derrota del terrorismo, el país comenzaba a cuestionar su estilo autoritario y las crecientes denuncias de corrupción en su gobierno. En el año 2000, decidió postularse para un tercer mandato, lo que generó una crisis política. Tras unas elecciones ampliamente criticadas por fraude, Fujimori se mantuvo en el poder, pero su gobierno colapsaba internamente.La situación se deterioró cuando su asesor más cercano, Vladimiro Montesinos, fue implicado en un escándalo de corrupción masiva. Mientras Fujimori asistía a una cumbre en Japón, el 13 de noviembre de 2000, decidió no regresar a Perú y, en su lugar, renunció a la presidencia vía fax desde Tokio. Este hecho marcó su huida del país y la apertura de múltiples investigaciones por corrupción y violaciones a los derechos humanos.
Juicio y condena: El fin de una era
En 2005, Fujimori intentó regresar a la política, llegando a Chile con la esperanza de postularse nuevamente a la presidencia de Perú. Sin embargo, fue arrestado y extraditado a Perú en 2007, donde enfrentó varios juicios. En 2009, fue condenado a 25 años de prisión por violaciones a los derechos humanos en los casos de Barrios Altos y La Cantuta, así como por secuestro y corrupción.Su encarcelamiento fue un hito en la historia del país, siendo el primer expresidente peruano en ser condenado por crímenes de lesa humanidad. A lo largo de su tiempo en prisión, Fujimori mantuvo una figura pública relevante, con una gran base de seguidores que defendían su legado y solicitaban su liberación.
El indulto y su última etapa de vida
En 2017, el entonces presidente Pedro Pablo Kuczynski otorgó un indulto a Fujimori por razones humanitarias, argumentando su deteriorada salud. Este indulto generó una enorme controversia en el país, con protestas y demandas en contra de la decisión. Sin embargo, en 2018, el Tribunal Constitucional revocó el indulto, pero Fujimori continuó con tratamientos médicos que justificaron su permanencia en libertad condicional.Fujimori pasó sus últimos años bajo atención médica, alejado de la política activa, pero nunca de la controversia. En 2023, a los 86 años, su salud se deterioró gravemente, lo que lo llevó a fallecer el 11 de septiembre de 2024, marcando el fin de una era en la historia política del Perú.
Su muerte provocó reacciones polarizadas en todo el país. Mientras algunos lamentaron la pérdida de un líder que, a su juicio, rescató al Perú de una crisis económica y derrotó al terrorismo, otros consideraron su fallecimiento como el fin de una era marcada por autoritarismo y violaciones a los derechos humanos. La polarización que caracterizó su vida política también acompañó su partida, dividiendo al país en torno a su legado.
Un legado dividido
El legado de Alberto Fujimori sigue siendo motivo de intenso debate. Por un lado, sus seguidores destacan su rol en la estabilización económica del país, la modernización de la infraestructura y la pacificación frente a la amenaza de Sendero Luminoso y el MRTA. Su capacidad para liderar al país en un momento crítico y la captura de Abimael Guzmán (por parte del GEIN) son puntos que muchos consideran fundamentales para su reivindicación histórica.Sin embargo, sus detractores lo recuerdan como un líder autoritario que erosionó las instituciones democráticas, cerró el Congreso y permitió la creación de grupos paramilitares que cometieron graves violaciones a los derechos humanos. La corrupción desenfrenada durante su gobierno, particularmente a través de su asesor Vladimiro Montesinos, ensombreció muchos de sus logros. Los casos de torturas, asesinatos y desapariciones vinculados al Grupo Colina mancharon su mandato de forma irreparable.
Una huella profunda en la política peruana
El impacto de Fujimori no se limita a su tiempo en el poder, sino que ha influenciado a generaciones enteras de políticos en el Perú. Su hija, Keiko Fujimori, ha intentado mantener viva la herencia política de su padre, postulándose varias veces a la presidencia con una base electoral significativa que continúa defendiendo el "fujimorismo". Sin embargo, la sombra de los abusos y escándalos de corrupción sigue siendo un obstáculo para quienes buscan reivindicar su nombre.
La figura de Alberto Fujimori se encuentra en una encrucijada histórica. Su vida y legado son reflejo de los contrastes y complejidades del Perú moderno, un país que, a pesar de sus avances, todavía lucha con las secuelas del autoritarismo y la corrupción. Lo que queda claro es que su impacto no será olvidado, y su nombre seguirá siendo sinónimo de uno de los periodos más controvertidos de la política peruana.
Un legado dividido
Alberto Fujimori dejó una huella profunda en el Perú. Para algunos, es recordado como el hombre que derrotó al terrorismo y estabilizó la economía, pero para otros, es un símbolo de autoritarismo, corrupción y violaciones a los derechos humanos. Su vida y su presidencia siguen siendo objeto de debate, dejando un legado que, sin duda, marcará la historia del país por generaciones.
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