
Día del Periodista Peruano, entre la memoria y la violencia estatal: Recordar la fundación de "El Diario de Lima" por Hipólito Unanue en 1790 debería ser un acto de reconocimiento histórico y de celebración democrática, pero en el Perú actual, con un gobierno que ejerce el poder con rasgos autoritarios, este día se convierte en una jornada incómoda y necesaria de reflexión. Ser periodista en tiempos donde se gobierna con decretos, silencios cómplices y represión policial, es ejercer una profesión que roza lo temerario.
En los últimos años, el país ha sido testigo de cómo la criminalización de la protesta ha venido acompañada de una política de hostigamiento a la prensa. Las calles convertidas en escenarios de represión dejan claro que el derecho a informar se ha convertido también en un frente de batalla. Durante las movilizaciones recientes, numerosos reporteros han sido golpeados, detenidos, gaseados y perseguidos por efectivos policiales que, lejos de proteger libertades, las sofocan con métodos intimidatorios. Los agentes de inteligencia encubiertos, conocidos como "ternas", han mostrado un patrón claro de sabotaje a quienes registran el abuso.
Libertad de prensa en riesgo y ciudadanía desinformada
El periodista es, por esencia, un mediador entre la realidad y el ciudadano. Sin embargo, en este escenario, informar se ha convertido en una práctica de resistencia. No hay democracia posible sin prensa libre, y eso lo saben tanto quienes denuncian como quienes intentan sofocar las voces incómodas. Las agresiones no sólo vienen de las fuerzas del orden: hay presiones judiciales, campañas de difamación y un uso perverso de la publicidad estatal para premiar medios aliados y castigar a los críticos.Hoy más que nunca, ejercer el periodismo implica ética, temple y una convicción clara: el derecho a saber es un derecho colectivo. Lo que se intenta acallar no es al periodista como individuo, sino la capacidad del pueblo de conocer aquello que el poder quiere esconder. Cada reportero que cubre una protesta, cada fotoperiodista que registra un abuso y cada cronista que interpela a las autoridades está poniendo en juego no solo su integridad física, sino también su estabilidad laboral y emocional.
El problema no termina en las calles. En muchas regiones del país, especialmente en zonas donde operan economías ilegales y redes políticas locales, los periodistas enfrentan amenazas directas y aislamiento institucional. El Estado no garantiza su protección, y cuando los agresores provienen de sus propias fuerzas, la indefensión es absoluta.
La celebración del Día del Periodista Peruano, lejos de ser un acto protocolar, debe convertirse en un llamado urgente a defender lo que queda de la libertad de expresión. La prensa no es enemiga del país, es su memoria activa y su conciencia vigilante. Mientras desde el poder se intente gobernar con oscurantismo, silencios y represión, el periodismo seguirá siendo un oficio incómodo y, por eso mismo, imprescindible.
Este día no se celebra con discursos oficiales ni con flores. Se honra reconociendo la dignidad de quienes, a pesar del miedo, informan. Se defiende garantizando que ninguna cámara sea destruida, que ningún micrófono sea confiscado y que ninguna voz sea callada por la fuerza o el chantaje. La prensa libre no es un privilegio: es un deber que el Estado debe respetar y una conquista que la sociedad debe proteger.
La @ANP_periodistas lideró el plantón en defensa de la libertad de prensa en Lima, realizado en el Paseo de los Héroes Navales, frente a la sede del Poder Judicial, exclamando la consigna de que "¡Sin libertad de prensa, no hay democracia!"
— ANP Perú (@ANP_periodistas) October 1, 2025
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