
La iniciativa, registrada como Moción de Orden del Día 19895, fue presentada por veinte legisladores de bancadas opositoras y sustentada por los congresistas Jaime Quito y Pasión Dávila. El pedido buscaba remover a todos los integrantes de la Mesa Directiva, al considerar que han perdido legitimidad tras la vacancia de Dina Boluarte.
Solo 20 votos a favor y mayoría en contra
Durante la sesión plenaria presidida por José Cueto (Honor y Democracia), en reemplazo de Rospigliosi, la votación concluyó con 20 votos a favor, 63 en contra y 4 abstenciones. Debido a ello, la moción ni siquiera fue admitida a debate, lo que significó su paso directo al archivo.Esta es la segunda ocasión en menos de una semana en que el Congreso evita debatir la posibilidad de censurar a la Mesa Directiva. La primera moción, debatida la madrugada del 10 de octubre, también fue rechazada al no alcanzar los votos requeridos.
Argumentos de la oposición
Pasión Dávila, uno de los autores del documento, señaló que la moción "no responde a un cálculo partidario, sino a una necesidad impostergable: reestablecer la legitimidad institucional y la confianza ciudadana en las autoridades". Por su parte, Jaime Quito criticó la posición de Fuerza Popular, a la que acusó de sostener tanto el régimen anterior como la actual gestión de Jerí. "Son los mismos actores que hoy provocan que la población salga a las calles", advirtió.Pese al resultado, los promotores de la censura aseguraron que insistirán en sus esfuerzos por exigir cambios en la conducción del Congreso, mientras crece la tensión política en el país.
Congreso sin respuesta ante el descontento
El blindaje parlamentario a la Mesa Directiva ha sido interpretado como un nuevo desafío a los reclamos de la ciudadanía, que demanda mayor transparencia y responsabilidad política. Analistas coinciden en que la decisión refuerza la imagen de un Congreso desconectado de la población, en un escenario marcado por protestas y cuestionamientos a la actual administración.Con esta votación, el Legislativo cierra filas en torno a José Jerí y Fernando Rospigliosi, consolidando una alianza que busca mantener el control político del Parlamento pese al creciente malestar social.
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