
Los expertos basaron sus conclusiones en una revisión de diversos estudios científicos citados por theconversation.com, donde se describen hasta 17 factores que inciden en el deterioro cognitivo y la salud mental de la población adulta, especialmente en la tercera edad. Aunque algunos factores son biológicos y, por tanto, inevitables, muchos otros se relacionan directamente con estilos de vida y el contexto psicosocial en el que las personas se desenvuelven.
El aislamiento y el entorno social: detonantes invisibles
Uno de los hallazgos más relevantes citados por RT en español es el impacto del aislamiento social y la soledad como desencadenantes del estrés crónico. En adultos mayores, vivir solos o tener escasa interacción social puede convertirse en una fuente constante de tensión emocional. Esto no solo reduce la capacidad de respuesta ante eventos adversos, sino que también influye negativamente en la adopción de hábitos saludables."Las personas que viven solas tienden a dormir menos, se alimentan de forma menos equilibrada y tienen menor motivación para mantenerse activas", explican los autores. Este tipo de condiciones puede acelerar el deterioro cognitivo y generar un círculo vicioso que afecta tanto la salud física como la emocional.
Asimismo, el informe remarca que quienes se encuentran en condiciones económicas desfavorables -como bajos ingresos o bajo nivel educativo- experimentan con mayor frecuencia situaciones de estrés y tienen menor acceso a servicios médicos, lo que profundiza su vulnerabilidad frente a enfermedades neurodegenerativas.
Hábitos que pueden reducir el riesgo
Frente a este panorama, los investigadores señalaron en su informe una serie de conductas que podrían mitigar los efectos del estrés sobre el cerebro, destaca RT. Entre las más destacadas figuran mantener una alimentación saludable, dormir entre siete y ocho horas por noche, realizar ejercicio físico con regularidad y participar en actividades sociales.Los especialistas también sugieren priorizar la salud mental mediante acciones cotidianas como expresar preocupaciones a amigos o familiares, mantener contacto frecuente con otras personas -incluso con desconocidos- y buscar apoyo profesional cuando sea necesario. "Incluso una breve conversación o un saludo puede generar beneficios psicológicos importantes", explicaron.
De igual modo, el informe aconseja que los adultos mayores consulten con su médico sobre estrategias para manejar el estrés, especialmente cuando se presenten síntomas persistentes como insomnio, irritabilidad o fatiga crónica. "La intervención temprana puede marcar una diferencia sustancial", indicaron.
El estudio del Center for Healthy Aging subraya que la clave para un envejecimiento saludable no se limita solo a la genética, sino que también depende de las decisiones cotidianas y del contexto social que rodea a cada persona. En este sentido, la salud pública enfrenta el reto de implementar políticas que fomenten el bienestar emocional, el acompañamiento comunitario y el acceso equitativo a los recursos de prevención.
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